viernes, 25 de abril de 2014

Educación Inclusiva



Reflexionamos...


Previamente a adentrarnos en el tema que nos concierne, la Educación Inclusiva, debemos conocer de dónde parte dicho concepto y cómo ha ido evolucionando en esta nuestra sociedad y en la comunidad educativa. Para ello, iremos explicando aquellos aspectos más significativos.

El concepto de educación especial forma parte de la sociedad desde hace largos años atrás, pero fue con el informe Warnock, publicado en 1978, cuando se comenzó a percibir de manera diferente este concepto; llegando hasta el punto de verse modificado su significado. Con él, la escuela se veía implicada y responsable tanto de la integración, como de atender las necesidades significativas de sus alumnos. Es decir, la escuela pasaba a ser un agente importante en la formación de las personas con necesidades educativas.

Años después, en junio de 1994, se celebró en España la “Declaración de Salamanca” con el objetivo de alcanzar “La Educación para Todos”. A través de ella se realizaron aquellos análisis y cambios necesarios para así conseguir hacer de las escuelas lugares capacitados para atender a todos los niños. Esta Declaración se basaba en el principio de inclusión, transmitiendo la necesidad de ofrecer servicios educativos para todos los agentes, y remarcando la importancia de la implicación por parte de las escuelas ordinarias.

Dicha Declaración no dejó indiferente a aquellos que se encontraban, de algún modo, implicados en el objetivo a conseguir, y dio lugar a grandes reflexiones y publicaciones; destacando entre todas ellas: UNESCO (1999) Salamanca; el monográfico de la Asociación EENET (Enabling Education Network); y por último, el texto escrito de la mano de Miguel Ángel Verdugo y Gerardo Echeita.

En poco tiempo atrás, se ha conseguido evolucionar en la percepción que se tenia de la discapacidad. Se ha “dejado de lado” el pensamiento del alumno como agente responsable de su no evolución, para pasar a ser el contexto el causante. Es en este preciso momento, en este periodo de cambio, cuando se abandona el término de “integración escolar” y se adopta el de “inclusión educativa”, el cual implica que sea el sistema educativo quien se adapte a las necesidades y características de los alumnos. Nos encontramos en un punto en el que se pasa de una educación segregada, a una que se adapta completamente al alumnado. 

Esta nueva visión lleva consigo la ventaja de poder propiciar mejoras si se consigue hallar la consciencia suficiente y necesaria, como centro educativo, de los errores originados y a raíz de ello, modificarlos. Es realmente importante poder realizar dicho trabajo y preguntarse qué implica la exclusión, pues no únicamente estamos quitando el derecho a una educación para todos sino que estamos limitando a esas personas también en su vida social, ya que la educación abarca grandes áreas de nuestra formación como personas. Es por ello, que se considera que esta labor no debe ser ejercida a solas por el sector educativo, sino que las políticas intersectoriales deben comprometerse también con el objetivo.

Se debe aprender a mirar más haya de la persona que se encuentra frente a nosotros. No únicamente centrarse en las dificultades que presenta, sino realizar una mirada mucho más amplia y tener en cuenta los factores externos que rodean al individuo. ¿No es posible que repercutan? Por supuesto que sí. Y es por ello que para poder paliar todos estos errores hay que hacer uso de los conocimientos a cerca del tema e investigar. Se debe ser capaz de buscar las soluciones necesarias para poderlas aplicar en los centros y antetodo, sentirse comprometidos con la labor, pues sin una correcta actitud y sin voluntad sería difícil conseguirlo.

Tratamos un tema en el cual es altamente necesaria la existencia de “buenos profesores”. Docentes, como se comentaba anteriormente, comprometidos con su trabajo y conocedores de las características y necesidades de su alumnado; pero, desgraciadamente, aún hoy en día, encontramos una gran variedad de profesorado en las escuelas. En ellas conviven grandes profesionales y otros que realizan la exclusión. Este hecho no debería ser existente y hay que hacer por erradicarlo. Con el fin de alcanzar este objetivo, realizar la evaluación del desempeño docente, se elaboró el “Programa de Mejora de la Eficacia Escolar”. Este perseguía la consecución de diversas metas educativas mediante la identificación, reformulación y optimización de elementos fundamentales del centro; sin obviar la implicación de los agentes externos a la comunidad educativa. Relacionadas estrechamente a dicho Programa, encontramos dos metodologías que comienzan un cambio en la manera de entender y atender los procesos educativos. Estas son: Index for Inclusion, la cual implica la autoevaluación del centro en tres grandes dimensiones (cultura, política y práctica de educación inclusiva), y posteriormente el desarrollo de un plan de trabajo; y, “Las comunidades de aprendizaje”, que conllevan una transformación de las escuelas.

En definitiva, para alcanzar realmente el concepto de inclusión educativa, se debe aprender a no vivir la diversidad como un obstáculo en el aprendizaje, sino como algo enriquecedor para todos, ya que cada una de las personas que forma parte de la comunidad educativa e incluso aquellos agentes externos a ella, siempre tienen algo que aportar a los demás. Requiere por parte del profesorado la alta capacidad de atender a la diversidad desde todas y cada una de las áreas curriculares, y comenzar a vivir las relaciones con las familias de diferente modo puesto que los profesores y estas forman un equipo. Booth y Ainscow (2004) y la UNESCO (2005), claramente definen que la finalidad de la inclusión es garantizar una educación de calidad promoviendo la presencia, participación y aprendizaje del alumnado, especialmente de aquel que se encuentra en situación de exclusión o marginación. Nosotras, como maestra, nos sentimos en la obligación y deber de luchar por este objetivo, ya que consideramos que la inclusión educativa sí es posible. 

¿Tú qué decides?



Lorena Calvo Panadero

Cynthia Morillas García

Patricia Onieva Contreras







Recursos de interés:


- Navarro, D. y Espino, M. A. (2012). Inclusión educativa, ¿es posible? 

Edetania. Estudios y propuestas socio-educativas, 41, 71-81.



Revista Educación Inclusiva







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